Un fideicomiso, similar a un testamento, es una forma de designar qué ocurre con las pertenencias de una persona cuando fallece.
Al constituir un fideicomiso (también conocido como fondo fiduciario), el otorgante crea y transfiere a él activos, como dinero o propiedades. Ellos deciden qué ocurre con los activos y cuándo. Por ejemplo, el otorgante puede designar que el dinero o los bienes se entreguen a los beneficiarios (las personas o entidades, como un colegio o una organización benéfica, que reciben los activos de un fideicomiso) en un momento determinado o para determinados usos. El fideicomiso es gestionado por un fideicomisario que se encarga de garantizar que se cumplan los términos del fideicomiso. Hay dos tipos principales de fideicomisos: revocables e irrevocables.
Un fideicomiso revocable (también llamado fideicomiso testamentario revocable) tiene más flexibilidad que un fideicomiso irrevocable. Se crea y gestiona mientras el fideicomitente sigue vivo y suele ser designado fideicomisario. Esto significa que puede tomar decisiones para modificar los términos del fideicomiso como considere oportuno, así como transferir cosas dentro y fuera del fideicomiso.
Ilustración: Kyle Smart
Técnicamente, el otorgante sigue siendo el propietario de todos los elementos del fideicomiso mientras éste sea revocable. El otorgante también designa a un fideicomisario sucesor, que tomará el relevo cuando fallezca. Cuando el otorgante fallece, el fideicomiso se convierte automáticamente en irrevocable. La principal razón para elegir un fideicomiso revocable es la flexibilidad, pero no ofrece todas las ventajas de un fideicomiso irrevocable.
Una vez establecido, un fideicomiso irrevocable es casi imposible de modificar. Básicamente, el otorgante crea una entidad independiente y le transfiere la propiedad de los bienes del fideicomiso. Esto significa que el otorgante deja de ser propietario de los bienes y el beneficiario no los posee hasta que se cumplen los términos y se dispersan. Por ello, el otorgante no tiene que incluir los bienes en un fideicomiso al declarar sus impuestos. Esto también protege los bienes del fideicomiso de demandas o acreedores. Por último, a diferencia de un fideicomiso revocable, la mayoría de los fideicomisos irrevocables pueden proteger a los beneficiarios de tener que pagar impuestos sobre el patrimonio, que son los impuestos que se pagan cuando una persona fallecida transfiere bienes a un heredero.
Además de las ventajas específicas de los fideicomisos revocables e irrevocables, hay otros aspectos importantes que debe tener en cuenta:
Beneficios
Ilustración: Kyle Smart
Inconvenientes
Que un fondo fiduciario sea adecuado para usted y sus beneficiarios dependerá de muchos factores, pero si cree que puede ser beneficioso para usted o sus seres queridos, considere la posibilidad de concertar una reunión con un profesional para analizar sus opciones.